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ucede casi sin excepciones, cuando nos preguntan a qué nos dedicamos y
respondemos Identidad Corporativa, la pregunta que sigue es: ¿y qué es eso?. La
explicación que damos a continuación es la que fuimos perfeccionando a lo largo
de los años y que nos pareció más esclarecedora. Todas las personas que
conocemos tienen una identidad, es decir un conjunto de adjetivos calificativos
y características que están adosadas a ellas, surgen como resultado de su
accionar diario e incluyen entre otras cosas, su tono de voz, su vestimenta, su
comportamiento, las acciones que realiza y cómo las calificamos. Si bien no
nacen con esa identidad la van formando y moldeando a lo largo de los años y
nos permite saber qué podemos esperar de ellas, si queremos tratarlas y cómo hacerlo,
etc. Con las empresas la identidad funciona de la misma manera, aunque en este
caso debe nacer con el emprendimiento y es allí cuando nuestro trabajo entra en
carrera. La labor será crear una identidad que responda a los objetivos
empresariales como: público, ambiente, producto, distribución, promoción, entre
otras características; y fundamentalmente mantenerla en el tiempo.
Aunque cada vez más empresas se interesan por la labor de Identidad
Corporativa, no terminan de comprender su verdadera utilidad y terminan,
finalizado el proceso, guardando el manual corporativo en un cajón y utilizando
el isologotipo creado sin más, dejando de lado el valor agregado que hacer un
buen uso de ella significa. Nuestro artículo de hoy tratará de echar luz sobre
ello.
¿Y cuál es el provecho extra que
podemos sacar de la identidad que ya poseemos?, principalmente evitar el ruido
que una mala gestión significa. Cuando iniciamos nuestra empresa lo hicimos con
una identidad corporativa –si no fue así hay que crearla con urgencia,
organizando y catalogando todo lo que comunica en nuestro emprendimiento-, en
ella plasmamos todo lo que aspirábamos lograr, nuestros objetivos, formas de
comunicación y de representación, etc. El color de nuestro local derivó de
ello, también las piezas gráficas y el mensaje con el que nos dirigíamos a
nuestros públicos; sin embargo con el tiempo nos fuimos olvidando de ellos,
contratamos otro diseñador que al no tener los parámetros de comunicación creo
nuevas piezas como consideraba correcto, quisimos renovar el local y lo
pintamos de otros colores, surgieron nuevas oportunidades comerciales y
cambiamos el rumbo. Logrando con ello un verdadero caos comunicacional y ruido
por todos lados. De nuestra identidad no quedó casi nada, la imagen que
reflejamos hoy es confusa, no termina de llegar a ningún público en especial y
por consiguiente no podemos aplicar estrategias de marketing según las
características diferenciales que poseen. Si nuestra empresa está en estas
condiciones hay que reorganizar la comunicación nuevamente, hacer renacer la
identidad ya creada o, si el rumbo empresarial cambió fuertemente, crear una
nueva.
Gestionar esta nueva identidad de
forma correcta sería tener en cuenta lo plasmado en el manual corporativo en
cada decisión comunicacional: narrativa empresarial, uniforme de los
trabajadores; forma de tratar a los públicos definidos (tanto primarios como
secundarios), incluyendo aquí las redes sociales; colores no sólo de las piezas
gráficas sino de cada elemento de comunicación; trabajo de conocimiento y
recordación de los objetivos empresariales por todos los empleados; elección de
las oportunidades comerciales que se nos presentan, entre tantas otras
decisiones que surgen a diario.
Así nuestro manual corporativo
junto a nuestro plan de negocios, serán el faro que ilumine nuestro camino para
llegar al puerto que deseamos y no al que nos empuje la corriente.
Violeta Paputsakis, Licenciada en
Comunicaciones Sociales; Manuel Rampulla, Diseñador Gráfico. Ambos, integrantes
del estudio PARADIGMA Soluciones Comunicacionales, estudio de Diseño y
Comunicación especializado en Identidad Corporativa.
Dirección: Martín Cornejo 116.
Salta, Argentina
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